viernes, 20 de abril de 2007

Ganadores

Daniel enloquecía por la morocha de generosas curvas que cursaba ese cuatrimestre con nosotros. Sólo la veía los miércoles, en la clase de Derecho Constitucional, y esperaba ese día con todas sus ansias, pero sólo para contemplarla, porque siempre la timidez le refrenaba su instinto y nunca se atrevía a dirigirle palabra alguna.
Cierto día decidimos darle una mano. Escribimos un poema y lo ocultamos en la carpeta de la morocha durante la pausa, firmado como “Kickers”, el sobrenombre de Daniel. Al regresar a la clase la morocha leyó el poema, pero desconocía quién era Kickers, por lo que nos sentamos cerca y comenzamos a conversar con Daniel llamándolo a cada rato como “Kickers”. El plan era perfecto, pero al salir de la clase la chica se hizo la desentendida y Daniel le blanqueó la situación. “Te pusieron un poema en la carpeta, pero no fui yo, fueron mis amigos, que hacen cosas de secundaria”. La joven negó haber visto nada y concluyó así el diálogo, para siempre. El poema versaba: “Soñé que el sol helaba, soñé que el hielo ardía, de soñar tantas boludeces, soñé que me querías”.

Herald ni fu ni fa, pero la rubia de rizos contentos lo miraba durante toda la clase, incluso le prestaba más atención que a la clase de Economía. Día tras día, se hacía cada vez más evidente el interés de “rulitos” en Herald. Un día, Herald, rebelde por naturaleza, se levantó y se fue, en el medio de la clase, vaya a saber uno a dónde. “Rulitos” lo siguió con la mirada mientras atravesaba el pasillo, hasta llegar a la escalera. A partir de ese momento tratamos por todos los medios de “despertar” a Herald, infructuosamente, por supuesto. Nunca logramos, ni “Rulitos” ni nosotros, que sucediera algo, pero años después “Rulitos” apareció en el cumpleaños de Herald, ¿nos perdimos algo? No creo.

Severo intentaba que Natalia le dirigiera alguna sonrisa, aunque más no fuera. Se sentaba cerca en las clases, intentaba todos los días nuevos temas de conversación, la invitaba a estudiar en grupos... Nada parecía rendir sus frutos, pero nosotros le poníamos unas “fichitas”. Un día nos juntamos para hacer un cartel para Administración y lo expusimos en clase. Al finalizar la misma, Natalia se interesó por nuestro trabajo y se acercó a conversar con nosotros. Severo había ido al baño. Al regresar nos vio reunidos hablando con Natalia y no perdió tiempo: “Hola Natalia. ¿Te gustó nuestro cartel?” Natalia giró su cara, lo miró por una fracción de segundo (que parecieron horas) y le dijo, con voz seria y rostro austero, “Hola Severo”, y nos regresó la mirada para continuar la conversación. A partir de ese momento Natalia pasó a ser “la fichita devaluada”.

Mariano intentó que Angie le diera bola durante todo el cuatrimestre, pero nada. Al terminar el año se dio cuenta de que no tenía más oportunidades: pasado el verano todo sería distinto, sería peor. Así que buscó el momento apropiado y se alejó de nosotros tres pasos cuando ella pasaba. Evidentemente esperaba verla sola. Le lanzó, sin anestesia, un “Angie, ¿te puedo hacer una pregunta?” Sin esperar respuesta continuó: “No querrías ir a tomar un café conmigo el fin de semana”. No había terminado de inquirir cuando apareció todo el grupo de 5 amigas de Angie, que parecían como 15. Mariano terminó esperando la respuesta rodeado por 10 personas, entre amigos suyos y de ella. Todos expectantes, tal vez más que él. ¿Creen que dijo que sí? Más o menos. “Llamame al trabajo y vemos” fue la respuesta. Finalmente accedió y todo fue color de rosa... pero fue sólo “lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks”.

De Rafael no tengo historias, es gay.


7 comentarios:

Mr. Verloc dijo...

Que pavo ese Severo

Chester J. Lampwick dijo...

Si hubieras conocido a un amigo de Severo, tendrías historias para llenar varios blogs

Dr. John Wolfskehl dijo...

Seguramente tenga razón, Chester. Aprovecho este lugar para preguntarle si uno puede votar por un relato de uno mismo, aunque sea uno de los del 3º puesto, para rascar un voto por lo menos. Dale, ¿se puede?

Chester J. Lampwick dijo...

Si le parece ético, vótese.
Ja!
¿En qué problema lo acabo de meter, no?

Anónimo dijo...

Rafael debe tener historias que no se imagina ni su sombra.

Chester J. Lampwick dijo...

y?
qué pasa con este blog?
vamos publiquen algo

Dr. John Wolfskehl dijo...

Chester: en su blog acabo de publicar un comentario sobre el exceso de trabajo por el que transcurro, y de mis compañeros blogueros no tengo noticias más recientes que usted.
Trataré de satisfacer en el blog a nuestro (casi) único lector (usted) la semana entrante.